domingo, 26 de octubre de 2008

domingo, 19 de octubre de 2008

¿Mariposas en la Panza?‏

Las tripas también piensan
(por el Dr. Elías Norberto Abdala)
Existe un segundo cerebro con mas de cien mil millones de neuronas, casi tan poderoso como el de la cabeza. ¿Dónde se encuentra? En los intestinos.
El jefe del Departamento de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Columbia (EE.UU.), M. Gershon, es el autor del libro El segundo cerebro. En él, y como resultado de sus investigaciones, afirma que el hombre tiene dos cerebros: uno en la cabeza y otro en las entrañas. Este último es capaz de reaccionar, recordar, generar ansiedad e, incluso, llegar a dominar a su colega craneal.
La funcion del aparato digestivo es aportar al organismo agua, sales y nutrientes. Funciones que están a cargo del cerebro intestinal, con mas de cien mil millones de neuronas, casi tantas como las del cerebro clásico. Estas neuronas son estimuladas por cualquier distensión de la luz del intestino y por la presencia en ella de toxinas y gérmenes patógenos, que alteran los movimientos o las secreciones intestinales. Ambos cerebros estan interconectados por medio de fibras nerviosas, y aunque el cerebro digestivo recibe, en todo momento, información desde el cerebro craneal, este no le dicta como debe funcionar. Mas aun, el flujo de mensajes desde el aparato digestivo a la cabeza es mayor al numero de órdenes que corren en sentido inverso. El hecho de que este segundo cerebro trabaje por cuenta propia hace que los científicos consideren posible que tambien memorice emociones, sufra estrés y tenga sus propias "neurosis".
En toda la extension del intestino, tanto delgado como grueso, estan instaladas las "neuronas comandantes" , que controlan su actividad y poseen radares específ icos que les indican como progresa el proceso de la digestión. Con esa información, el intestino decide que sustancias debe secretar para hacer óptima la asimilación de los nutrientes y marcar la velocidad con que los contenidos intestinales transitan por su luz. En definitiva, el cerebro intestinal toma sus propias decisiones y usa para su funcionamiento múltiples circuitos nerviosos, de complejidad similar a los que se encuentran en la cabeza.
Pero su cometido va mas allá aun. El cerebro abdominal tambien produce sustancias psicoactivas (serotonina y dopamina, entre otras) que influyen en los procesos del dolor y del estado de ánimo. Además, un hallazgo que sorprende es que el intestino sea una copiosa fabrica de benzodiazepinas, es decir, de tranquilizantes. Por tal razon, los trastornos intestinales afectan el equilibrio emocional. El diálogo entre cerebros explica los ef ectos secundarios de ciertos medicamentos. Asi, los antidepresivos que aumentan la serotonina cerebral afectan su production intestinal y provocan nauseas o constipación.
Entre las funciones inmunitarias del cerebro intestinal, cabe señalar el mantenimiento de condiciones óptimas para el desarrollo de una beneficiosa flora bacteriana y la detección y la inmediata expulsión de microorganismos nocivos.
Gershon afirma que "las que se han considerado tradicionalmente como enfermedades digestivas psicosomáticas, por conflictos que se generaban en el cerebro central, se asocian actualmente con anormalidades propias y reales del cerebro intestinal". En pocas palabras, que los trastornos intestinales afectan al sistema nervioso central y no sólo a la inversa, como se creía hasta hace poco. Los nuevos conocimientos están formando una nueva especialidad médica, la neurogastroenterología.

domingo, 5 de octubre de 2008

Ensayo Abierto


"Disculpe...me parece haber visto su cara en otra parte..."

Miércoles 08 de octubre, 21:30hs.

"Imposible! Tengo una sola cara y la verdad que la uso poco!"


Ensayo abierto.

"Cómo hace el amor sin abrazar? De pechito como los pingüinos?"

Biblioteca Sarmiento, Centro Cívico.

"Yo no hago el amor, a mí el amor me hace y me deshace"

Bariloche.

Nuestra Señora de las Nubes Team

viernes, 4 de julio de 2008

TxI Bariloche

Los canibales participamos!

viernes, 4 de abril de 2008

El Intelectual

Por Eduardo "Tato" Pavlovsky *


Es bueno siempre recordar las reflexiones de Edward Said: la función primordial del intelectual es su función crítica. Y también las del psiquiatra español Castilla del Pino, cuando dice que la sociedad que ha formado con sus universidades a los intelectuales merece y necesita que éstos opinen sobre la sociedad que los formó. Es su necesaria retribución.Por eso es tan reconfortante enterarse de la actitud del ex campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov, que fue detenido cuando participaba en una reunión opositora contra el gobierno de Vladimir Putin. Para Kasparov, sin la complementariedad del ajedrez y la política, la existencia "carece de sentido".Entre nosotros, cuando un intelectual asume una función en el gobierno pierde inmediatamente su función crítica y sus artículos se convierten en una suerte de barroco ininteligible, donde lo barroco tiende a diluir toda función crítica. Muchos son los ejemplos que tuvimos y seguimos teniendo. Basta con leerlos detenidamente.Kasparov, en su libro La vida es un juego de ajedrez, parece sugerir que haber sido campeón del mundo de ajedrez no lo exime de tener opiniones políticas. Su rival Karpov, por el contrario, representaba al hombre del sistema. Su frialdad y distancia de todo comentario crítico parecía el ideal del ajedrecista soviético.En Latinoamérica, ser un profesional es aceptar que uno es un privilegiado -se ha alimentado suficientemente bien como para poder pensar- frente a una mayoría que mal alimentada ha tenido lesiones neurológicas irreparables para poder educarse. Esa minoría privilegiada tiene entonces la obligación de pensar sobre la sociedad que los formó.Un día, un dramaturgo de mucho prestigio me dijo que él escribía teatro y que no le interesaba incluir la política en el teatro. Que lo político lo leía en los diarios. Creo que no se trata de hacer política en el escenario. Sólo se trata de alguna vez opinar o escribir artículos sobre temas candentes en nuestra sociedad: la miseria, la indigencia, la exclusión, la redistribución de la riqueza, la corrupción, etc. Esos fenómenos no son teatrales. Pero este dramaturgo prestigioso jamás dio una opinión personal, ni firmó alguna vez una solicitada que lo comprometiera en este momento latinoamericano tan importante. Allí son neutrales. Vergonzosamente neutrales.
Inatacables. Pero hay una sordidez que acompaña su silencio cómplice.Kasparov es uno de los más fuertes opositores políticos de Vladimir Putin. Es fundador de un partido, La Otra Rusia, donde fue elegido candidato para las elecciones de marzo del año que viene. Advierte que Putin es un corruptor y que no tiene nada que proponer a la sociedad rusa.El partido del Kremlin, por supuesto, tiene una mayoría abrumadora sobre la oposición. El ex jerarca de la KGB es un zorro habilísimo. Eso nadie lo niega. Dice Kasparov que lo más importante que hizo Putin fue multiplicar los capitales de los millonarios rusos a costa del pueblo ruso.Recordemos que Kasparov fue campeón del mundo entre 1985 y 2000. En el 2005 se retiró del ajedrez y fundó su primer movimiento político: el Frente Ruso Unificado.Yo creo que la actitud de Kasparov no se mide por el resultado de una elección sino porque su inclusión política convierte el acto político en un acontecimiento, algo que pasa por fuera de la representación, una verdadera micropolítica de la resistencia. Por los bordes, pero también fuente formadora de subjetividad. No permanecer callados frente a cualquier tipo de injusticia. Eso es importante. Combatir el silencio cómplice de los intelectuales. Allí el gran campeón de ajedrez se convierte en modelo ético.Como dice Deleuze en una contestación a Toni Negri: todos los días tenemos que inventar un acontecimiento, crear burbujas de incomunicación. Hacer siempre algo impredecible, intempestivo. Algo que nos sumerja en la alegría de la potencia. Algo que nos dé sentido frente a un mundo que nos ha robado todo. También el sentido. Pero no lo lograrán, dice el filósofo francés.Kasparov y su aventura política es un ejemplo de dignidad, pero también de una imaginación radical como potencia de invención. Después de leer el extraordinario libro sobre Stalingrado de Anthony Beevor, diría que Kasparov parece descender de ese pueblo que nunca dejó de combatir, y que fue inventor de tácticas que derrotaron al poderoso VI ejército alemán. Su general Paulus dijo un día de 1943: "No se puede combatir con los rusos, todos los días inventan algo nuevo". De esa generación imbatible parece
descender el genio de Bakú, la tierra de Kasparov. Porque los rusos en Stalingrado jugaron al Gran Ajedrez de la Resistencia. Con toda la potencia de invención de un pueblo dispuesto a no rendirse nunca. Nunca jamás. Y allí se ganó la guerra. Con el alma rusa. Ese es el intento del genial ajedrecista.

martes, 25 de marzo de 2008

La perversa construcción del enemigo*

Cada vez son más frecuentes las voces que se elevan para tratar de alertarnos contra la aparición de un supuesto nuevo enemigo al que se designa con diversas etiquetas, de las que la más común parece ser la de islamo-fascismo.Los regímenes totalitarios utilizaban el término en un sentido muy amplio; durante mi infancia comunista, oíamos hablar de "enemigos" a diario, pese a que vivíamos en paz. La falta de logros económicos se achacaba a los enemigos exteriores -sobre todo, los imperialistas angloamericanos- y a los enemigos interiores -espías y saboteadores, nombre que se daba a todos los que no manifestaban suficiente entusiasmo por la ideología marxista-leninista-. Cualquiera que fuese diferente era considerado unadversario y cualquier adversario, un enemigo, al que era legítimo, e incluso loable, exterminar como una alimaña.La reducción de las relaciones internacionales al par "aliados-enemigos" no garantiza, ni mucho menos, la victoria del ideal que se pretende defender.Hoy, los atentados terroristas contra Estados Unidos justifican, en opinión de su Gobierno, las torturas sistemáticas en la prisión de Abu Ghraib y en el campo de Guantánamo y el abandono de los principios en los que se apoya el Estado de derecho. Esa actitud, a su vez, hace que sus enemigos consideren legítimo llevar a cabo nuevos actos terroristas, todavía más asesinos.El resultado es que unos y otros se contaminan del que querían combatir. Si para vencer al enemigo se toman prestadas de él sus peores características, es él quien gana.Por otra parte, conseguir una victoria militar sobre el "enemigo" no es garantía de convencer a su pueblo: ésa es la lección del Tratado de Versalles en 1919, la batalla de Argel en 1957, la actual ocupación de Bagdad.¿Cómo escapar de la escalada a la que arrastra este modelo? Renunciando al pensamiento maniqueo en sí.Tenemos todo que ganar: no son las identidades hostiles las que provocan los conflictos, sino los conflictos los que hacen hostiles las identidades.

*Por Tzvetan Todorov -DIRECTOR DE INVESTIGACIONES DEL CNRS, PARIS